MEMORIA VISIBILIDAD DIVERSIDAD IGUALDAD
Solo puedo pensar en felicidad,
pero también me aborda la tristeza.
La
felicidad no hace mucha falta explicarla. Tiene que ver con haber logrado los
mismos derechos con los mismos nombres. El incansable trabajo que llevaron a
cabo activistas, militantes, políticxs comprometidxs, políticxs que se animaron
a debatir, aunque no estuvieran convencidxs de nada. Gays, lesbianas, trans,
travestis, transgéneros, bisexuales, intersexuales, heterosexuales, queer,
pansexuales, todas y todos iguales: los mismos derechos con los mismos nombres.
Para hablar
de la tristeza, que es efímera y personal, voy a hablar desde la alegría. Y
desde la Memoria. En 1996 corrimos. Fue la primera vez que corría detrás de
algo muy chiquito que sería una pieza fundamental para los logros que vendrían
–un camino parecido aunque más empantanado, que el periodista y militante Bruno
Bimbi describe con rigor periodístico y precisión novelesca en su fascinante e
histórico libro “MATRIMONIO IGUALITARIO”; memoria necesaria para todxs desde el
mismo día de su edición-. Ese paso chiquito que hicimos, embanderados en la
vida política de Carlos Jauregui -mientras agonizaba en la calle Paraná-, con
Julio Talavera, Marcelo Ferreyra, Javier Hourcade Bellocq, María Rachid, César
Cigliutti, Ilse Fuskova, Lohana Berkins, Nadia Echazú, María Belén Correa, los
pastores Norberto y Alejandro, el Grupo Nexo y la revista NX, Claudina Marek,
Gustavo Pecoraro, Rafael Freda, Eduardo Vázquez, Marcelo Suntheim, Gonzalo
Laborde, Marcelo Feldman, Ángela Vanni, Guam y Luciano, Luciana Kerner, Bibi
Lorenzano, María Luisa Peralta, Alejandra Sardá, Chela, Lali, SIGLA, Amenaza
Lésbica, Gays y Lesbianas por los Derechos Civiles, ATA -hoy ATTTA-, ICM,
OTTRA, el grupo de Jóvenes Construyendo Nuestra Sexualidad, Lesbianas a la
Vista, Escrita en el cuerpo, CHA, Convocatoria Lesbiana, Grupo de Integración
Lésbica, la Biblioteca GLTT, ese ínfimo, pero infinito camino de partida en la
Estatuyente para -entonces- la futura Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue un
momento de regocijo y pasión para mí y, seguramente, para todas y todos lxs que
participamos de ello. Muchos seres anónimxs y nombres que no recuerdo han sido
parte de ese instante.
Recostadas
y recostados en la Memoria de Carlos Jauregui, que hacía días nos había dejado,
contamos con el apoyo incondicional, HAY QUE DECIRLO, de lxs convencionales Raúl
Zaffaroni y María José Lubertino, alentándonos y colaborando con nuestro
cometido: incluir en la primera Constitución de la Ciudad EL DERECHO A SER
DIFERENTE Y LA NO DISCRIMINACIÓN POR ORIENTACIÓN SEXUAL, hecho que
conseguiríamos aquel 30 de agosto, en la sala de sesiones de la Biblioteca
Nacional. Esa alegría de militancia, de activismo compartido, con todas las
instituciones caminando juntas, se coronó cuando el 5 de mayo de 2010, a veinte
días del Bicentenario como Nación, pudimos empezar a gritar: IGUALES DERECHOS,
MATRIMONIO IGUALITARIO, CON LOS MISMOS NOMBRES. Después, llegaría la madrugada
del 15 de julio, cuando comenzamos a creer que era posible, si bien muchos y
muchas de nuestros y nuestras activistas, con la Federación Argentina LGBT como
puntal de la lucha, con el compromiso de nuestrxs diputadxs, de nuestrxs
gobernantes, de varios integrantes del poder judicial y de una notable cantidad
de la dirigencia política nacional venían desde casi tres años atrás
impulsándolo. Ese día de mayo creímos que era posible y en julio celebraríamos
la Ley de Matrimonio Igualitario.
Al
principio hablaba de la tristeza (efímera e intrascendente por ser personal,
como dije antes). Tiene que ver porque me perdí todo ese camino de intrigas, de
tensiones y de secretos que ha definido el colega Bruno Bimbi en las casi 600
páginas de su libro. Sí, me lo perdí. Tres años de intensa lucha, de idas y
venidas, de aprender en la política con seres comprometidxs con la política
cuando parecía que sí, pero era que no. Esa tristeza que remarco tiene que ver
con no estar. Consideraba que ya había hecho demasiado en mis cinco años de
activismo con el Grupo Nexo, la militancia acompañando a Carlos Jauregui en
Gays DC y el periodismo desde las páginas de mi querida revista NX. Pero la
vuelta a las Marchas del Orgullo, en 2007, me impulsó otra vez a la militancia.
Primero desde Deportistas Argentinos Gays y Los Dogos, luego con mis escritos
por editar, con el programa radial El Vahído y un empujón definitivo que me ha
dado la lectura del libro de Bimbi, acompañado por el plato principal que
degustamos en Congreso las noches y madrugadas del 4 y 5 de mayo, del 28 de
junio y del 14 y 15 de julio de 2010 (una de esas noches estuve allí). Esta
celebración me dio fuerzas nuevamente para estar en el camino, para seguir
defendiendo la igualdad desde la militancia, aunque estar al lado del camino
también benefició, beneficia y beneficiará a muchas y a muchos más porque hay
un trabajo sostenido y militante de otras y de otros; pienso en este momento en
varixs amigxs que disfrutan de todas las conquistas, que se animan a besarse o
abrazarse en los espacios públicos y, sin embargo, eligen permanecer al costado
del camino, mirando el mundo mientras todo pasa. Ese “estar” al lado del camino
nos ha costado más que sangre, sudor y lágrimas: los y las activistas de los 60
y 70 -con la represión-, de los 80 y 90 -con los edictos policiales y las
persecuciones permanentes- lo saben bien y, especialmente, las compañeras del
colectivo trans que lo han padecido desde siempre y aún en muchos casos lo
padecen.
Al hojear
el boceto de “Rostros de un triunfo” de los queridos fotógrafos Nicolás
Fernández y Javier Fuentes, me di cuenta que no podemos quedarnos sentadxs, que
hay que ser protagonistas. Protagonistas de nuestro propio camino. Con la
bandera del arcoiris al frente, o desde lo más profundo de cada unx, pero
siempre en un camino hacia la visibilidad: el soy lo que soy.
Este
reflejo de las cámaras de Javi y Nico es el triunfo de los rostros que se
animaron a estar, haciendo el aguante, estando. Lo que se aprobó el 5 de mayo y
el 15 de julio pudo no llevarse a cabo. Tuvieron que pelearla hasta el final.
Así peleamos cada día por nuestros derechos. Así se metieron Javier y Nicolás
en la previa, el durante y el pos camino del Matrimonio Igualitario. Cada luz
que hay en las páginas de este cálido libro despierta admiración por sus
autores, sensaciones de placer en cada fotografía reflejada y de victoria. Y la
lucha continúa… Ley de Identidad de Género…
No podemos dejar que suceda lo que ha citado tantas veces Cipe Lincovsky (sobre un texto de Bertold Brecht), que ahora parafraseo aquí: “vinieron por unos, vinieron por otras, vinieron por lxs del frente, por lxs de al lado y nunca me importó nada. Ahora vienen por mí, pero ya es tarde”. Estamos en camino, estamos en acción, estamos en conquista. Lo que conseguimos… Sí que pudimos… Sí que podemos…
Diego Tedeschi Loisa
* Texto para el libro Rostros de un triungo de los fotógrafos Javier Fuentes y Nicolás Fernández, 2013.